Zona Especial NOISE: La historia de y desde las cloacas (II)

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Entrevista a David Von Rivers. Parte 2

Si en la primera parte de esta entrevista con David Von Rivers intentábamos delimitar -creo que con éxito- su concepto de «extremismo» musical, en esta segunda mitad damos espacio a algunos de los grupos que lo desarrollaron a nivel local en los años 80, siempre a la sombra de los gigantes mediáticos de la época que eran la movida y el rock radikal vasco. Bandas como Tortura Sistemátika/Ruido de RabiaMG15 El Kaso Urkijo saltan a estas líneas y se posicionan como algunos de los primitivos pioneros de la música «extremista» estatal, protagonizando unos años en los que los diferentes estilos extremos se ramifican, hibridan y, en algunas ocasiones, entran en conflicto.

Galgo: Disertas largamente sobre el recibimiento que tuvo el punk como fenómeno social durante los últimos años 70 en España. ¿Cómo recibió la España de la transición un fenómeno tan, en teoría, rompedor?

David von Rivers: Con una desconfianza generalizada, desde todo el espectro de la izquierda política hasta la derecha, claro, de la que no se puede esperar otra cosa que conservadurismo y bienpensar. En realidad, se pensaba que el punk era una mera moda importada y que no iba a durar. En cierto sentido, tenían razón, porque el fenómeno del ‘77 se extinguió pronto, cuando las bandas seminales ficharon por grandes casas discográficas y dieron una vuelta más en la rueda de la industria del rock’n’roll que habían pretendido destruir. Visto así parece un «quítate tú pa ponerme yo», algo un poco similar a lo que pasó con el relevo político en la transición española, por cierto, aunque de forma mucho más laboriosa y largamente negociado. Pero el punk dejó algo plantado, y después de eso surgieron toda una serie de bandas y subestilos que refundaron el fenómeno a su manera. La parte más agresiva de todo esto, como por ejemplo las bandas de la hornada UK82, interesaron menos a los medios, porque era algo menos simpático, aunque mucho más callejero y chocante. Es un salto que se nota si comparas a Kaka de Luxe con Espasmódicos, y no te digo nada si comparas a Kaka de Luxe con RIP.

El underground madrileño se vio relegado a un ultimísimo plano por una nueva ola acusada de tibieza, comercialidad y vacío hedonismo que desembocó en lo que conocemos como la movida. ¿A qué se debió?

Sobre este tema puede hablar mejor mi tocayo David Álvarez, autor del excelente documental Lo que hicimos fue secreto. La movida madrileña fue un fenómeno amplio y popular, y a la vez sirvió muy bien para promover la fiesta de la democracia y el relato modernizador que vendía el PSOE. Esto último hizo que los mensajes de otro tipo quedaban más relegados a un segundo plano, o eran deliberadamente ocultados. De esta forma, no extraña que todo lo que fuese inconveniente y no estuviese en armonía con el buen rollo general, contase con menos atención de los medios, aunque había gente con gustos más amplios como Jesús Ordovás. De todas formas, creo que muchas bandas madrileñas sí se beneficiaron del hecho de vivir en una gran capital, donde había una industria discográfica, incluso una industria independiente, y muchas más posibilidades que en otros núcleos del país. De hecho, algunos sellos madrileños propiciaron que bandas vascas pudiesen publicar sus primeros trabajos, como es el caso de Eskorbuto, antes incluso del rock radikal vasco.

Así como en Madrid la movida recibió toda la atención de los medios y las instituciones, en el País Vasco la irrupción del rock radikal vasco (RRV) fue la que centró los focos, muchas veces con una función política instrumental. ¿Era posible en Euskadi, en el contexto del hardcore punk de la época, abstraerse del gigante en el que se convirtió el RRV?

Hay que tener en cuenta que, como sucede habitualmente con este tipo de fenómenos, las líneas que los delimitan eran muy difusas. ¿Qué bandas y sellos eran el rock radikal vasco? Quizás los casos más claros puedan ser La Polla Records o Kortatu, como si nunca hubiesen sido críticos con el fenómeno, que lo fueron. Otras bandas como Eskorbuto también han sido englobadas dentro de la etiqueta, pese a ser manifiesta y ferozmente contrarios a ella. Con lo cual, abstraerse de ese fenómeno era complicado, incluso para las bandas hardcore más underground. Date cuenta que BAP!! o Tortura Sistemátika aparecieron en la página Bat Bi Hiru de Egin, que coordinaba Pablo Cabeza, y que era un escaparate del rock radikal vasco, o aparecieron en programas de televisión. Fueron muchas las bandas que participaron en algunos de los conciertos de la campaña de HB Martxa Eta Borroka, en conciertos de la Korrika y demás, así que, viendo la situación de Euskadi, era extraordinariamente dificil salir del fenómeno del RRV o de la influencia abertzale. Pero sí que es verdad que la primera escena hardcore punk, con Javi del fanzine Destruye!!! como ideólogo, hizo mucho hincapie en la necesidad de autogestionar sus propios espacios y mantener una autonomía lejos del ala de cualquier partido político. En realidad, el concepto de rock radikal vasco me parece un artificio, y me parece más útil y articulado el concepto de movimiento de resistencia que propuso el sociólogo Jakue Pascual, que incluye tanto a las manifestaciones musicales en forma de rock, reggae, punk, hardcore e incluso thrash, como al fenómeno de okupación, los gaztetxes, las radios libres o la prensa marginal y los fanzines.

Hay una serie de bandas a las que prestas especial interés en este primer volumen. De entre ellas me ha llamado especialmente la atención todo el tiempo que dedicas al binomio Tortura Sistemátika/Ruido de Rabia y a MG15. ¿Qué tienen para tí de especial estas bandas?

La atención que presto a estas bandas se debe a motivos muy diferenciados.

Desde el primer momento en que me planteé hacer de Zona Especial NOISE una crónica, supe que Tortura Sistemátika y Ruido de Rabia iban a actuar como hilos conductores del relato. En el prólogo explico que los considero el equivalente narrativo a Napalm Death, y esto es así porque ambos grupos conectan el ámbito autogestivo y minoritario del primer hardcore punk de los años 80, con las tendencias crossover y grindcore del final de la década. Aparte de eso, eran bandas muy extremistas para su época y esto las llevó a la incomprensión generalizada. En lugar de hacer su estilo más accesible, apostaron por llevar su propuesta a nuevos terrenos radicales. A un tiempo, eran grupos con unos textos muy inteligentes y con una actitud muy excéntricas, un sentido del humor surrealista y autopunitivo, y unas anécdotas completamente disparatadas.

MG15 eran una banda de culto y se les reconoce el haber sido la primera banda en autoeditar un EP en España, con la mediación del Colectivo Penetración y el sello Attack Punk de Italia. No obstante, y como sucedió con Shitlickers, la trayectoria de MG15 en los 80 está llena de oscuridades. A pesar de haber aparecido en muchos fanzines de la época, había muchos aspectos de su trayectoria que no encajaban, con una poco explicable ausencia de fotos, grabaciones adicionales, carteles de conciertos o testimonios. Nada esto quedaba aclarado acudiendo a las sucesivas biografías que la banda ha ido divulgando a lo largo de los años. Así que recopilé todas las entrevistas que pude, y situándolas cronológicamente y arañando toda la información posible, comenzaron a aparecer pistas que iluminaban la trayectoria real del grupo. Por otro lado, está el hecho de que recientemente se ha vinculado al líder del grupo a un conocido partido de extrema derecha. La historia se escribe desde el presente, y desde luego este detalle ha afeado la trayectoria del grupo.

El choque entre el punk y el hardcore se hizo evidente con los conciertos de Million of dead cops (M.D.C) de 1984 en Zaragoza, Barcelona y País Vasco, que fueron una especie de hito y supusieron un punto de inflexión para muchos. ¿Qué cambios supusieron esos bolos de M.D.C?

M.D.C. no tocaron en Euskadi en aquella gira (algo casi impensable un par de años más tarde, cuando empezó a haber un tejido cada vez más denso de gaztetxes y okupaciones), en realidad tocaron en Barcelona (dos días), Zaragoza y Madrid. Algunos punks de la época venían de malas experiencias con bandas autodenominadas punk, que en realidad tenían una actitud de estrellas del rock. Cobraban cachés altos, las entradas de sus conciertos les parecían caras, y su trato con el público dejaba bastante que desear. De algunos grupos incluso se decía que iban a las corridas de toros, o que eran unos machistas y unos babosos con sus seguidoras femeninas. M.D.C. eran todo lo contrario, era un grupo aferrado a los principios del DIY, se preocupaban por conocer a su público, veían las giras como una oportunidad de conocer mundo y abrir escena a su paso. Vieron que España era un país bastante atrasado, que los referentes punk que se estilaban aquí eran aún casi exclusivamente las bandas más populares del punk inglés de primera y segunda ola, vieron que los punks no autoeditaban sus trabajos, y que los conciertos se hacían en salas comerciales o en bares, y no en locales autogestionados. Además, había actitudes destructivas entre el público y gente que buscaba bronca. El hardcore norteamericano era muy poco conocido en la España de aquellos años, en general la banda más conocida era Dead Kennedys, que habían sido licenciados a Edigsa, y creo que también Bad Brains. Pero una cosa era escuchar este estilo en discos y otra ver en directo el hardcore norteamericano, rápido y muy intenso, pero a la vez preciso y controlado. Además, M.D.C. dejaron por aquí EPs de D.R.I., una banda que fue muy apreciada tanto por punks, como por hardcores e incluso por los primeros thrashers, unos años más tarde.

De conflicto en conflicto. A pesar de parecer condenados a entenderse dado lo extremo de su propuesta, el hardcore y el thrash metal también vivieron a mediados de los 80 una época de disputas identitarias. ¿Qué diferenciaba a unos y a otros?

La verdad es que este un tema muy divertido, y disfruté mucho escribiendo esos capítulos, en parte porque creo que es una tarea que hasta el momento no se había abordado. Hay tantas diferencias, pero a la vez mucho terreno común… Digamos que no hay categorías limpias y claras, lo realmente confuso de este asunto es que las fronteras no estaban tan definidas como se pueda imaginar hoy en día. Sin caer en el estereotipo o la caricatura, algo que en la realidad sí que parece darse con cierta frecuencia, por un lado estaba la gente del hardcore punk, más acostumbrada a grupos rápidos, distorsionados y abrasivos, que en un momento dado comenzó a fijarse, por un lado en viejos grupos de heavy metal, y por el otro, en bandas nuevas que estaban apareciendo en aquel momento, como Metallica, Slayer o Kreator, y también, cómo no, en los grupos crossover de su propia escena, como D.R.I., Corrosion Of Conformity o Suicidal Tendencies. Hay que decir que, en este aspecto, tuvo mucha importancia lo que algunos punks nacionales pudieron ver en sus viajes europeos y trajeron consigo, o lo que se podían ver en fotografías y portadas de fanzines internacionales, esto es, a bandas hardcore que de pronto empezaban a llevar camisetas de grupos del ámbito metal, y a dejarse el pelo largo, como un gesto de rebeldía. Por otro lado tuvo que surgir la figura del thrasher, un metalhead con predilección por los sonidos más radicales, oscuros y extremos que por aquel entonces producían grupos como Venom, Metallica o Celtic Frost, muy alejado del típico heavy con mallas que, por aquel entonces, estaba estancado en viejos referentes del género o en bandas mucho más blandas. Los thrashers debían de manejar unas fuentes de información a menudo más oscuras que revistas de la época como Heavy Rock y, la mayor parte de las veces, se veían obligados a comprar discos en el extranjero o pagar más por unas importaciones que eran un verdadero artículo de lujo. Como se ve, esto exigía un mayor compromiso por parte del aficionado, que no lo tenía tan fácil como poner la radio o ir al Corte Inglés para poder consumir la música de su interés, lo que también generaba un sentimiento identitario y diferenciado muy fuerte. Los thrashers no encontraban demasiados conciertos de lo suyo en las ciudades españolas de la época, con lo que a menudo acudían a conciertos hardcore y punk. Era la única manera que tenían de escuchar un poco de ruido y hacer slamdancing y stage-diving.

Finalmente fue el grindcore, esa feroz mezcla del metal crudo de bandas como Celtic Frost o Venom con la rapidez exagerada de bandas de hardcore como Lärm o Siege, el que aglutinó a aquellos seguidores de la música extrema de uno y otro lado sin dejar de lado la dimensión ideológica propia del hardcore. ¿Cómo se coló el género por estos lares?

Era algo minoritario y se coló a través de los sectores más radicales del hardcore y del metal. Hay que reconocer que al público hardcore no le costó tanto aceptar el grindcore, porque estaban acostumbrados a las bandas europeas más abrasivas, en ese sentido estaban en mejor disposición para aceptar algo tan rompedor como el debut de Napalm Death. La gente del hardcore punk tenía contactos con sellos europeos, entre ellos Earache, que no hay que olvidar que por entonces era un sello muy pequeño y vinculado a este ámbito, y no al del metal, lo mismo que otros como Peaceville o Nuclear Blast. Pero también estaban los thrashers que, como buenos thrashers que eran, empezaron a sentir interés por las bandas hardcore que habían influenciado a sus bandas thrash favoritas, y eso les llevó a Earache. Esto pasó un poco con la gente de El Kaso Urkijo, que venía del ámbito del metal más oscuro, como Venom o Celtic Frost, y estaban siempre en busca de las propuestas más brutales que pudieran encontrar. Hay que decir que todo esto sucedió no sin ciertas resistencias por parte de los sectores más conservadores y acomodados, replicando un poco lo que sucedió con Napalm Death en su país de origen. Se pueden encontrar algunas reseñas un tanto condescendientes a Scum en revistas de la época, algunos parecían no entender aquello. Hay que decir que luego mucha gente se acercó a Napalm Death por simple curiosad, incluso desde ámbitos musicales muy convencionales. Si se mira a Napalm Death fuera de su contexto es cierto que resulta algo muy curioso, chocante y difícil de entender, pero si les ponemos al lado de nombres como Venom, Slayer, Siege, Deep Wound, Throbbing Gristle, Crass, Killing Joke, Stupids, Ripcord, Concrete Sox, Heresy, Electric Hippies, Lärm o Swans, resulta mucho más sencillo de comprender que aquello no era simple ruido sin sentido ni significado.

En las postrimerías del libro el metal poco a poco empieza a acaparar cada vez más páginas. Es de suponer que en el segundo volumen tendrá aún más importancia. ¿Qué nos puedes contar de esa segunda parte a día de hoy?

Estás en lo cierto, en el segundo volumen del libro la presencia del metal es más notoria si cabe, como algo que definió las expresiones más extremistas de la escena underground, aunque tampoco se redujo a eso. En realidad, el trabajo ya está bastante adelantado, así que lo único que puedo adelantar realmente es que mi modus operandi seguirá siendo el mismo que el del primer volumen.

ZEN trata de documentar un grupo de géneros nacidos (con excepciones) para nacer y desarrollarse en ámbitos generalmente minoritarios en un contexto, el estado español, en el que tradicionalmente las vanguardias han tenido un predicamento más bien limitado, siendo generosos. Tantos años después de aquel génesis, ¿cómo han recibido los lectores un libro de estas características? ¿Hay un interés real en escarbar en el pasado? ¿Algún protagonista cabreado con lo que ha leído?

Tengo que decir que la respuesta ha sido increíblemente buena, pese a que la edición del libro ocurrió en pleno estado de alarma y con todo el mundo confinado. La verdad es que yo esperaba que el libro tuviese una respuesta aceptablemente buena, pero lo que ha ocurrido me ha desbordado, lo cual me alegra mucho, en primer lugar por el sello Beat Generation, que fue el que asumió el riesgo de apostar por este proyecto. Las críticas al libro también están siendo muy buenas, me ha escrito mucha gente toda entusiasmada para darme su opinión e incluso para felicitarme. Me preocupaba la reacción de la gente de aquella época, pero me tranquilizó ver que me escribían también para felicitarme y comentarme cosas, en algunos casos también para señalarme inexactitudes, erratas o algunos errores, algo que, aunque sí que es un poco doloroso, creo que también es necesario, y de lo que voy tomando nota. Veo buena intención en todo momento, la verdad. Sí que ha habido algunas críticas insidiosas y destructivas, pero han venido de gente que ni se han leído el libro y ni tienen intención alguna de hacerlo. También ha habido un caso muy gracioso de punksplaining (jaja), pero lo dicho, la inmensa mayoría de las reacciones están siendo buenas, todo un alivio y una satisfacción.

¿Qué es Zona Especial NOISE de David Von Rivers?

Es una vasta e interesantísima crónica de los albores de la música «extremista» en la España de los 80. La cantidad y calidad de sus testimonios la legitima como una de las obras que mejor retrata el underground de la época. Lo edita Beat Generation y lo puedes conseguir a través de www.munsterama.com.