
Los últimos meses están siendo frenéticos para la gente de The heavy heavy, como atestigua su instagram. Lo que debemos saber de ellos es que están de visita en USA promocionando su EP Life and life only, un puñado de canciones autoproducidas en un sótano. Su receta: ser una banda moderna con reminiscencias a los sonidos de los 60 y el resultado es una auténtica gozada revival. Cada canción supone una idea traída de tiempo atrás. Una tecla que, aunque ya se había pulsado, renueva su vigor. Son unos tipos de UK haciendo canciones con luz californiana entusiasmando a otros cuantos nostálgicos como yo. El remordimiento oculto tras este placer es empezar a pensar hasta qué punto homenajear una idea es copiarla, o incluso falsificarla. Pero creo que no es el caso de The heavy heavy.
Uno de los ejemplos más recientes de homenaje a las burbujas de contenido, es decir, aquellas bandas fabricadas para tocar la fibra sensible de audiencias filtradas por un algoritmo, son Greta Van Fleet. He de reconocer que la primera vez que los escuché pensé que, por alguna clase de aniversario, habían sacado a la luz alguna cara B de Led Zeppelin. El resultado vocal de su cantante imitaba el estilo de Robert Plant, tanto es así que preguntado por ello dijo que su voz parecía prestada de alguien que conocía muy bien, (osea, él mismo) aunque el chaval prefería identificar como influencia al cantante de aerosmith. Greta Van Fleet es la versión aseada de Led Zeppelin, tres hermanos de Michigan vestidos de domingo, pero con los pantalones rotos. Los acordes, el estilo vocal, la actitud en sus directos, incluso la estética de sus grafismos pretende pulsar otra tecla que ya se había tocado, pero en este caso la idea que me queda es que no quieren ser comparados, no quieren ser considerados ningún homenaje, pretenden ser ellos mismos. Y ellos no son Led Zeppelin. Valga esta batallita para mostrar la diferencia.
The heavy heavy nace como banda unos años más tarde. En este caso el parecido no es a una banda concreta (lo que ayuda a difuminar responsabilidades) sino a una época: «hacer discos que suenen como nuestros discos favoritos», dicen. Su primer EP comienza con las letras de All my dreams recordando la retórica new age que nos transporta a una época que no hemos vivido. La disposición del sonido, el sonido del órgano, las partes vocales acompañan la idea desde el primer momento. Con Go down river la sensación se agudiza y el punto clave viene después, cuando te empiezas a olvidar del collage y te abandonas en su ofrenda al recuerdo. Como Alicia en el país de las maravillas, cliché sesentero donde los haya, dejas de buscar referencias y empiezas a escuchar a The Heavy Heavy. Esta vez sin clichés.
Acompañan el EP otros temas como Man of the hills, Sleeping on grassy ground o Why dont you call, el homenaje más descarado y divertido a los 60s. Pero el single vendido a conciencia, y el que les ha llevado al prime time estadounidense es la vibrante Miles and Miles. El brillo de la voz de Georgie Fuller te desarma incluso acompañando.
Traspasar la frontera del homenaje tiene que ser difícil, pero en la franqueza de su manifiesto es fácil perdonar esa clase de tonterías que uno piensa cuando sobreanaliza. No siempre hay que romper el molde. Seamos honestos, muy poca gente suele crear cosas, la mayoría crecemos sobre miles de referencias que copiamos, reciclamos y empastamos sin querer pensarlo mucho. No existe ese mundo aséptico donde la personalidad sincera de la creación se manifiesta cada semana. Pocos rompen el molde y muchos son los que argumentan haberlo hecho.
El talento para evocar desde la campiña inglesa sonidos soleados californianos es innegable, y el poder emocionar a los amantes de sus discos favoritos no parece tarea fácil tratándose de una de las épocas más evocadoras de la música. Aun así, la calidad de este EP sienta una promesa clara: jugar con el recuerdo puede ser algo divertido (y precioso).