Orthodox: un círculo que (no) se cierra
- Carlos Marcote Blanco
- 05/11/2020
Para mí, hablar de Orthodox es caer en la cuenta de lo inexorable del paso del tiempo. Hace ya casi 15 años Gran Poder, su primer disco, fue publicado. Hace esos 15 años yo era poco más que un pipiolo que, aun sin entender del todo lo que tenía entre manos, sabía que estaba ante algo especial, como si ininteligibles fuerzas telúrico/espirituales se empeñaran en quitarme la tontería adolescente. Gran poder olía a urgencia y a peligro. Peligro. Algo que estos sevillanos gustan de saborear. Después del magnífico debut podrían haber estirado la fórmula bajo el auspicio de Southern Lord, sin embargo los siguientes Amanecer en Puerta Oscura (2007) y Sentencia (2009) se encargaron de dejar claro que los caminos que iban a tomar Orthodox serían diferentes, menos transitados y más arriesgados. El heavy metal, el doom, el jazz y el folclore se entreveran y forman parte de una forma de entender la música basada en una innegociable libertad artística -de la de verdad, no de la de baratillo- y en una falta de autocensura que les ha hecho recorrer terrenos vedados para una gran mayoría de formaciones. En estos 15 años han tenido tiempo de despojarse de aquellos hábitos que vestían la primera vez que los vi (antes de que taparse la cara se convirtiera en tediosa costumbre en el contexto del metal extremo), de rendir tributo a algunos de sus ídolos, de poner música a un «poema gnóstico» de Julian Cope, de entregarse al free jazz sin miedo ni pudor y de pasar de ser trío a dúo. Ahora que vuelven a ser tres, es una buena oportunidad de hablar del pasado, presente y futuro de la formación con Marco Serrato, bajo y voz de la banda, y cerrar así ese círculo que para mí se inició hace 15 años y que ellos no parecen dispuestos a cerrar.
Galgo: Después de un hiato de varios años en el que optasteis por el formato dúo -con la colaboración de Aquilleas Polychronidis al saxo en algunos álbumes-, acabáis de retomar la que fue vuestra primera formación con Ricardo a la guitarra. ¿Qué podemos esperar de Orthodox en esta nueva vieja época? ¿Qué planes tenéis a corto plazo? ¿Seguirá Aquilleas colaborando?
Marco Serrato: Pues teniendo a Ricardo de vuelta la idea será la de volver al riff de guitarra como material fundamental para las nuevas composiciones. Al menos de momento, porque es lo que nos apetecía a los tres ahora mismo. Estamos componiendo temas nuevos. Cuando acumulemos material suficiente grabaremos nuevo disco. Y claro, tocar lo que se pueda. Pero viendo la situación no nos hacemos muchas ilusiones. En principio Aquilleas no seguirá colaborando, porque estuvo viviendo en Málaga una larga temporada, pero volvió a su Grecia natal hace un par de años. Nos encantaría poder contar con él de nuevo, pero ahora mismo es complicado.
En 2011 publicasteis Baal, un disco que sorprendió a algunos por su crudeza en contraste con la particular confluencia de géneros que fueron Amanecer en puerta oscura y Sentencia. ¿Cómo fue la transición desde Sentencia a Baal?
No hubo transición como tal, fue un cambio. Con Sentencia cerramos una etapa en la que desarrollamos casi todas las ideas que teníamos cuando se gestó la banda. Con Baal hicimos tabula rasa y comenzamos a componer de una forma más básica y tradicional, más artesanal. Fue una sensación muy similar a la que tenemos ahora.
No descubro la pólvora al no consideraros una banda de doom al uso. Ya desde el ya lejano Gran poder mostrabais un gusto por sonidos que resultaban ajenos al «doom promedio» como son el jazz o el folclore. ¿Concebisteis Orthodox como lo que ha terminado siendo, es decir, como una amalgama de sonidos en las que cada disco puede ser totalmente diferente al anterior o esa experimentación fue algo sobrevenido?
Por un lado siempre hemos necesitado tener la sensación de que podemos hacer cualquier cosa en cualquier momento. Esa es una ventaja con la que contamos los grupos con poco éxito comercial, y de la que sin embargo muy pocos parecen querer beneficiarse. Si lo analizamos desde un punto de vista estrictamente musical y comparamos con otros estilos como el jazz, el hip-hop o la electrónica, el metal en todas sus variantes es un género muy maleable que te permite un amplio margen de acción. Cada vez que empiezas a componer el papel está en blanco. Hay pocas reglas que respetar y muchas que se pueden romper o ignorar. Sin embargo, y aunque a algunos les parezca paradójico, nunca nos hemos sentido incómodos con las etiquetas, especialmente con la de doom y mucho menos con la de heavy metal. Hemos llegado a leer alguna crítica en la que decían cosas como que éramos “más que una banda de doom” o “más que una banda de metal”, pero no acabo de entender esa idea. No se puede ser “más” que Black Sabbath o Celtic Frost. Supongo que esos comentarios hacen referencia a la variedad de ideas, de timbres… pero es solo una lectura formal superficial.
Tengo la impresión de que muchos de los que os conocen desde Gran poder añoran ese sonido primigenio y no terminan de conectar con vuestra posterior inmersión en terrenos cercanos al free jazz (Supreme y Kréas, por ejemplo) ¿Qué reacciones os llegan al respecto?
Pues de todo tipo. Nuestros dos primeros discos tuvieron más difusión que el resto al contar con el apoyo de Southern Lord. Pero se nos acerca gente que nos dice que su favorito es Sentencia, otros Baal o Axis… sabemos que discos como Supreme y Kréas no son fáciles de escuchar, pero también han encontrado su público. Si te pones a pensar en lo que han dicho o lo que dirán unos y otros te bloqueas y, o no haces nada, o te quedas repitiendo lo que crees que funcionó un día y que no tiene por qué volver a funcionar ahora.
Siempre me ha llamado la atención vuestra fascinación por el folclore y la mitología antigua, fascinación que en mi opinión complementa a la perfección vuestra obra. ¿A qué se debe esa fijación?
Chejov dijo algo como “si quieres ser universal, habla de tu pueblo”. Y precisamente mirando a nuestro alrededor encontramos elementos que conectaban con algunos temas de autores que a los tres nos gusta leer en mayor o menor medida como Robert Graves o Mircea Eliade. De ahí se desprenden muchas ideas épicas y míticas que tradicionalmente se han manejado en el heavy metal. Surgió de forma natural cuando formamos el grupo y desarrollamos el concepto alrededor del que nos íbamos a mover. Sentimos que nos ayudaba a darle sentido a todo y a envolver el conjunto.
En 2006, en vuestros albores como banda, tuvisteis la oportunidad de hacer una colaboración muy especial con el gran Julian Cope que se materializó en Antequera, un, según reza en el artwork del disco, «poema gnóstico heroico». Tengo varias preguntas acerca de esta colaboración: ¿cómo surgió? ¿Cuáles fueron las circunstancias que envolvieron la grabación? ¿Por qué no aparece vuestro nombre en la portada? ¿Se reeditará en algún momento?
Cuando sacamos Gran Poder él lo eligió como “Disco del mes” en la sección que tenía entonces en su página web. Casualmente, vino a Sevilla poco después para participar en un festival de Spoken Word, en el que recitó el poema Antequera. Nos conocimos allí mismo y le propusimos ponerle música al poema. Al poco tiempo le enviamos una demo y a él le pareció suficiente. Le dimos nuestra música como “regalo” por su apoyo. Fue pasando el tiempo, y la grabación formó parte de un par de ediciones que se acabaron abortando, así que en un par de ocasiones se la pedimos para editarla por nuestro lado, pero no respondía. Sin embargo nos incluyó en el libro y disco Copendium. Para aquello nos escribió con antelación y nos ofreció un acuerdo justo, pero el tema de Antequera seguía quedando en el aire. De repente, un día vimos que lo editaba y que no solo no aparecíamos en la portada, si no que se nos acreditaba como “music performed” pero no como “written by”. No sé si pensaba que íbamos a incumplir nuestra promesa y pedirle algo a cambio o qué, pero nos hubiera gustado tener algo de voz en la edición. De todas formas nuestra aportación fue un regalo por su apoyo durante todos estos años. No tenemos el máster y dudo que Julian vaya a reeditarlo.

Una de las tantas funestas noticias que nos ha dejado este 2020 es la muerte de Ennio Morricone, una de las principales influencias en vuestra música. ¿Qué ha significado su música en el devenir de Orthodox?
Morricone es una de las figuras claves del siglo XX que ha contribuido a derribar la barrera entre música culta y música popular, que es una idea que siempre hemos tenido muy presente en Orthodox.
Siempre habéis rendido pleitesía a vuestros ídolos, ya sea de manera directa versionando sus canciones (es el caso de Venom, Black Sabbath o Neil Young) o de manera más soterrada. ¿Cómo afrontáis la realización de una versión? ¿Se va a convertir en tradición publicarlas en splits?
Cuando las hacemos es básicamente por diversión, y también porque siempre se aprende artesanía cuando te metes en la canción de otro. En cuanto a la forma de editarlo, ha surgido así con estas dos últimas, pero no ha sido premeditado.
Por alguna razón tengo un cariño especial a 4 burials, el split a cuatro bandas junto a Loss, Mournful Congregation y Otesanek. ¿Cómo se fraguó?
Pues aquello creo que fue principalmente cosa de Mike Meachan de Loss, al menos fue quién contactó con nosotros y me dio la impresión de que lo gestionó todo.

En verano actuasteis en directo en la sevillana Sala X y la pregunta es tan tonta como inevitable. ¿Cuál es la sensación al tocar ante un respetable sentado y con mascarilla? Antes erais vosotros los que se ocultaban en el escenario…
Ya hemos tocado otras veces con gente sentada, no tengo ningún problema. Yo mismo prefiero estar sentado en los conciertos, escuchando y pendiente de todo. Ya me pasaba antes de ser un cuarentón. Y luego bueno, lo de la mascarilla, pues tiene su gracia. Parece que estás tocando delante de una banda de asaltadores de diligencia.
Siguiendo con el tema de los directos, es evidente que la forma de afrontar los conciertos en las actuales circunstancias es totalmente diferente -quién sabe si para siempre- y que la búsqueda de alternativas para disfrutar de la música en directo es todo un quebradero de cabeza tanto para músicos como para público. ¿Creéis que se pueden crear esas alternativas? ¿Cuáles podrían ser?
Para terminar: estáis confirmados para el inminente Cosmic Fest de Vitoria. ¿Creéis que este tipo de festivales, de aforo ya limitado de por sí, tienen algún futuro en las actuales circunstancias? (Ndr: Desde que se realizó la entrevista han cambiado unas cuantas cosas al respecto del Cosmic Fest. Al final el cartel lo componen “solo” Orthodox y Adrift, que descargarán este sábado 7 de noviembre en la sala Jimmy Jazz de Vitoria. Aún quedan algunas entradas a la venta que podéis adquirir aquí).
Pues ahora mismo son la única esperanza. Propuestas como estas son las únicas que están dando algo de oxígeno a los músicos, técnicos, salas, promotores y el público, que somos todos.
¿Qué es Orthodox?
Orthodox es un trío sevillano que lleva más de 15 años conformando una propuesta única gracias a su personal mezcla de heavy metal, doom, jazz y folclore. Puedes escuchar su discografía y apoyarles directamente a través de su Bandcamp.