La nueva era visual de Hipgnosis
- Carlos Marcote Blanco
- 03/12/2020
Mucho antes de que los programas de edición facilitaran hasta límites insospechados la tarea de fotógrafos y diseñadores gráficos, y aún antes, cuando el artwork era una preocupación residual para la mayoría de los músicos, los sellos discográficos, en su incontestable suntuosidad, también controlaban la dimensión visual de los productos que editaban -algo que sigue ocurriendo en muchas ocasiones, ciertamente-. La idiosincrasia general de las grandes discográficas anteriores a los 70 es bien conocida: empresas casi siempre conservadoras en lo ideológico cuyo fin era exprimir a los artistas y rentabilizar sus grabaciones. El riesgo artístico era, por tanto, excepcional en lo visual, y las fotografías de grupo y las grandes tipografías acompañándolas se repetían como portada hasta la extenuación. Fue a finales de los 60 cuando, de la mano de algunos artistas y colectivos de diseño visionarios, esa corriente cambió y se dio alas a quienes apostaban por un nuevo paradigma en el que la música se mezcló con otros tipos de arte, con el uso de drogas psicodélicas, con la realidad política del momento y en general con todo aquello que supusiera una ruptura con lo precedente. El colectivo Hipgnosis fue uno de los agentes de ese cambio.
A veces las transformaciones surgen de la casualidad. Hipgnosis, es decir, Aubrey Powell (Po) y Storm Thorgeson, eran amigos de Syd Barrett de Pink Floyd desde su adolescencia en Cambridge (Inglaterra). Ambos se ofrecieron a realizar la portada para el que iba a ser el segundo LP de Pink Floyd, A saucerful of secrets (1968), a lo que el grupo accedió. Fue la segunda formación a la que se le permitió contratar diseñadores externos a la estructura de EMI, su discográfica -la primera fueron los Beatles-. “Antes de Hipgnosis la mayoría de portadas eran retratos de la banda. Nosotros no queríamos hacer eso, queríamos hacer algo interesante, esotérico, raro y surrealista”. Su experiencia precedente se limitaba a la realización de algunas cubiertas para la editorial Penguin, por lo que A saucerful… fue una tábula rasa para ellos; un lienzo en el que experimentar esa nueva visión aún en ciernes. En la portada se superponen hasta 13 imágenes, incluida la de la propia banda, con las que Storm quiso representar los estados alterados de conciencia basándose libremente en una página del cómic Strange Tales #158 en la que el Dr. Extraño, un personaje muy querido por los miembros del grupo, se enfrentaba con el villano Living Tribunal. Esta portada hizo que los caminos de Pink Floyd e Hipgnosis quedaran irremediablemente ligados durante muchos años. Storm y Po no dejarían de trabajar hasta su ruptura como “empresa” en 1982, un lapso de tiempo en el que la transgresión -visual y musical- y la industria podían, en ocasiones, convivir.

Powell y Storm, más que una unión
La propia existencia de Hipgnosis se basaba en el no siempre fácil equilibrio entre las dos personalidades de quienes conformaban el grupo. Storm era la fuerza creativa -casi irracional-, mientras que Powell ponía su olfato para las tendencias y asumía el rol de relaciones públicas. “Cuando tenía 17 años trabajaba en la BBC como diseñador de escenario y Storm, que era dos años mayor que yo y estudiaba en el Royal College of Art de Londres, se convirtió en mi mentor en muchos aspectos. Él me guió en una época incierta y me enseñó diferentes escuelas de fotografía. En el momento en el que hizo eso yo ya estaba embelesado”, comenta Powell. Esta conjunción de fuerzas trascendió lo artístico y su retoño, Hipgnosis, fue el fruto de la naturaleza casi simbiótica de su relación personal. Powell asegura que eran como hermanos que complementaban sus habilidades. “Él es un hombre muy intelectual con un gran sentido visual, de hecho fue él quien me enseñó composición. Yo soy mucho mejor con el trabajo manual, mucho más diplomático y un buen hombre de negocios, y se necesitan todos estos ingredientes para crear una compañía de éxito”, razona Po. Ya conformados como colectivo de diseño, alquilaron dos pisos en el 6 de Denmark Street, en pleno Soho londinense, donde trabajaron durante 15 años.
En ese tiempo, desarrollarían un estilo extravagante y surrealista -o esotérico, como ellos dirían- basado en la manipulación de fotografías mediante técnicas analógicas, en la descontextualización de objetos cotidianos y en un peculiar trabajo de composición, todo ello trufado de un surrealista sentido de humor muy presente en una trayectoria que les llevó a trabajar con artistas como The Walker Brothers, Led Zeppelin, Alan Parsons Project, The Nice, Emerson Lake and Palmer, Wishbone Ash y un larguísimo etcétera. Aquellas portadas con “retratos de bandas de mirada sombría” pasaban a ser un recurso manido y limitante y los artistas gráficos tomaban un papel mucho más relevante en el devenir de ciertos discos en el inconsciente colectivo. Quién no recuerda la portada de The dark side of the moon. Sí, es de Hipgnosis. Y Silver Surfer pudo ser quien la ocupara en vez del mítico prisma, pero esa es otra historia.

Hipgnosis cultivó como colectivo (de muy limitados miembros) esa imagen críptica y ambigua en consonancia con su identidad visual. El propio nombre del grupo vino de un grafiti pintado en el portal del edificio que compartían con Syd Barrett que rezaba “Hipgnosis”: la aparente contradicción de estar a la moda (hip) y la búsqueda de conocimientos en ramas del saber perdidas en el tiempo (gnosis). Hay quien dice que fue el propio Syd el que hizo la pintada, pero es difícil distinguir cuando los rumores vienen de aquella época de neblina psicodélica en la que uno no sabe a veces si ver mito o realidad.
Hipgnosis dio un vuelco a la identidad visual de muchos artistas, por lo que el proceso creativo en sí tenía que cambiar también. Los conceptos escondidos tras la música debían aflorar y para ello los testimonios de los propios músicos cobraron una importancia que nunca habían tenido. “El diseño siempre empieza escuchando la música. Es una combinación de la música en sí, las letras y por supuesto la gente. La gente a menudo tiene cosas que decir. Los músicos siempre tienen cosas que decir aunque es algo que no se publicita a menudo. En los viejos tiempos Po y yo nos las arreglábamos para escuchar historias de boca de los músicos que nadie más escuchaba”, aseguraba Storm. Para ello los diseñadores debían escapar de la proverbial superstición de los músicos e introducirse de lleno en su universo más allá de lo musical. “Los músicos son conocidos por no querer hablar de lo que están haciendo. Tienen este miedo supersticioso por el que si hablas de ello, simplemente se va. Solíamos tener lo que llamamos un brief en el que tratábamos de ahondar y llegar a un concepto, un diseño, un objeto… algo”, se explaya Storm.









Sleazy, un nuevo vértice
Una nueva e inesperada figura se unió al binomio en 1974. Era Peter Christopherson (Sleazy), un joven fotógrafo y diseñador en busca de hacerse un hueco en el Londres creativo de la época. Se presentó ante los ya consagrados Po y Storm y les enseñó una serie de fotografías que les impresionaron. Así lo cuenta Po: “apareció en nuestro estudio buscando trabajo y tenía un portfolio sorprendente. Tenía estas fotos de gente, figuras desnudas, con unas poses y ángulos realmente extraños -poco después nos enteraríamos de que había estado trabajando en una morgue y que los cuerpos de las fotografías eran cadáveres que fotografió mientras estuvo allí-. Pero era muy bueno con la iluminación y en el cuarto oscuro y le contratamos inmediatamente”. Peter no solo resultó ser un trabajador excepcional, sino que con el tiempo pasó a integrar parte de Hipgnosis gracias a su capacidad para dar equilibrio a la cada vez más inestable relación entre Po y Storm. “Peter demostró ser un muy buen balance entre nosotros dos. Cuando las cosas se calentaban Peter era una especie de muro de contención entre los dos”, detalla Powell.
Christopherson era sensiblemente más joven y su bagaje influyó y modernizó el colectivo. Estaba involucrado de lleno en la incipiente escena industrial inglesa y fue miembro fundador de Throbbing Gristle junto a Genesis P-Orridge, Cosey Fanni Tutti y Chris Carter, con los que daría forma a un nuevo concepto artístico que, con sus performance de alto contenido sexual y su experimentación estética y musical, dejaba al punk casi en un juego de niños, al menos en lo que a provocación se refiere. Curiosamente, Christopherson trabajaría también como fotógrafo para los Sex Pistols y para SEX, la tienda/centro neurálgico del punk desde la que Malcom Mclaren y Vivianne Westwood operaban. Por alguna razón, Sleazy siempre estaba ahí.

Pero tildar a Christopherson como un simple oportunista sería faltar a la verdad. Además de su elegante y original trabajo -los primeros álbumes de Peter Gabriel son un buen ejemplo de su buen hacer-, Peter fue capaz de conjugar sus múltiples facetas artísticas en Hipgnosis, a veces de la manera más estrafalaria. UFO, la legendaria banda británica de hard rock, contrataron los servicios del colectivo para su cuarto álbum Force it (1975). Hipgnosis, ya con Sleazy como asistente, decidieron ser evidentes y ambiguos a un tiempo y jugaron con el significado del título. En la portada dos personas de sexo indeterminado aparecen desnudas de cintura para abajo y una de ellas parece coaccionar y forzar a la otra a practicar sexo, todo ello en un cuarto de baño repleto del que podría ser el catálogo completo de grifería del Leroy Merlín. En Estados Unidos la portada fue censurada transparentando a la pareja a la que aún así se veía ligeramente. Un surrealista ejercicio de mojigatería made in USA.
La pareja resultó estar formada por los que más tarde serían compañeros de Peter en Throbbing Gristle: Genesis P-Orridge y Cosey Fanni Tutti, que en aquel momento estaban involucrados en Coum Transmissions, una especie de precedente performático de TG cuyo fin último era escandalizar a la sociedad bienpensante del momento, algo que con Genesis de por medio nunca dejó de ocurrir. De una tacada, Christopherson ejerció de vínculo entre la incipiente escena industrial, el hard rock de UFO y el trabajo ya más que consolidado de Hipgnosis. Cuesta imaginar una unión de esta índole hoy en día.
Un final anunciado
El grupo pondría fin a su andadura en 1982, pero mucho antes, en el 77, cuando el éxito del punk dinamitaba las convenciones de la industria musical y, por qué no, de la del entretenimiento, Po y Storm ya sabían que su tiempo en la cúspide tocaba a su fin. La mítica cubierta del Never mind the bollocks de Sex Pistols demostró que ya no eran necesarios grandes dispendios económicos para impactar desde el diseño y la imagen -la cubierta, realizada por Jamie Reid, reutilizaba la tipografía de un periódico. Rentabilidad asegurada con una inversión mínima- y muchos de los grupos que generalmente contrataban sus servicios (Pink Floyd, Genesis, Emerson Lake and Palmer, Caravan, etc) eran ridiculizados y acusados de autocomplaciencia y de haberse alejado de las clases populares con su ampulosidad y depurada técnica. A partir de la disolución de Hipgnosis, Powell y Storm diversificaron su actividad, dedicándose, tanto juntos como por separado, a la realización de vídeos musicales, publicidad, documentales, diferentes formatos de diseño gráfico, fotografía, etc. Christopherson, además de un nada desdeñable trabajo gráfico y audiovisual, desarrollaría una de las visiones más interesantes dentro de la música experimental de las últimas décadas. En cualquiera de las formas que ha adoptado a lo largo de los años (Throbbing Gristle, Psychic TV, Coil, etc), su obra se ha encargado de retar al oyente -y a él mismo- y nos ha hecho escapar de la cotidianeidad.
Es curioso caer en la cuenta de cómo ciertas corrientes artísticas que un día son consideradas obsoletas resurgen con fuerza una vez pasan los años y dejan de ser juzgadas desde el prejuicio. El punk 77‘, aquel que vino para no dejar títere con cabeza, en poco tiempo pasó a ser una parodia de sí mismo y se sumergió en lo que supuestamente criticaba. Por el camino dejó cadáveres que más tarde el revisionismo se encargaría de poner en su sitio -que nadie te diga que no está bien que te gusten Yes y los Buzzcocks al mismo tiempo-. Divagaciones aparte, Hipgnosis fue una víctima colateral de ese afán destructor y sin embargo, con la perspectiva que da el tiempo -y habiendo fallecido los tres protagonistas de este texto-, su obra se muestra fresca y actual. El trabajo de Storm Thorgeson, por ejemplo, se ha seguido utilizando hasta bien entrado el nuevo milenio (Audioslave, Muse o Pendulum se cuentan entre sus clientes). Hipgnosis fue la punta de lanza de un proceso de ruptura que ha demostrado ser robusto, durable e influyente; un proceso que no se borra con Photoshop.