IGOR: entre el lujo y el callejón

Igor es un músico y diseñador gráfico radicado en Madrid. Adalid de los sonidos sintetizados, el asturiano perpetra una música electrónica que se encuentra entre el lujo y el callejón: combina el sonido de las bandas sonoras ochenteras carpenterianas, el italodisco o el synthwave y lo sazona con un toque vaporwave. Su conocimiento y gusto por la cultura popular aflora en una música retrofuturista pero alejada de la nostalgia; más inquietante que festiva. Neón y jeringuilla.

Este viernes 16 de junio presenta en Madrid ‘Apolo’, un álbum crepuscular que retuerce la idea de que la gran ciudad, como el insondable y sucio ente que es, alberga todas las realidades posibles: las que vemos y las que no.

Galgo: ¿Qué te movió, en tus inicios, a liarte la manta a la cabeza y empezar a cacharrear con sintetizadores y cajas de ritmos?

IGOR: Siempre me interesó más o menos el cacharraje. Muchos de los grupos que escuchaba de adolescente utilizaban aparatos electrónicos, desde la gente del post-hardcore hasta el post-punk, pasando, cómo no, por todo el movimiento industrial y noise; pero no di el paso definitivo a ellos hasta que, por cuestiones vivendi, me encontré en una ciudad nueva y sin muchos contactos. 

La única opción para hacer música era tirar de mí mismo y, o le daba al folk, o al cacharraje o directamente a lo deshollinador de Mary Poppins. Al final la opción elegida fue la intermedia.

Tus influencias, tanto en lo musical como en lo estético, son evidentes, pero en tus dos últimos trabajos, ‘Sintonía’ y ‘Apolo’, se aprecia que el abanico se ha expandido, dando más espacio a tu vena vaporwave y a referencias estéticas nuevas.

Sí, aunque realmente, y como bien dices, no lo veo como algo rupturista respecto a lo primero, sino como una continuación lógica. Podríamos decir que en lo musical se expande a un sonido más FM y ambiental, en lugar del feeling analógico y roto de los primeros discos; pero aún así considero que se sigue manteniendo ese sustrato de oscuridad que los une a todos. Lo veo como diferentes películas en un festival de cine de terror
 

‘Sintonía’ es un EP muy curioso, pues se trata de un compendio de, como su nombre indica, jingles propios de una televisión ochentera imaginaria. ¿Qué tiene de especial la televisión de esa época y por qué le has rendido este tributo?

Más que de especial en sí mismo, a parte del tipo de programación y enfoque televisivo, el tipo de música y la estética 80s-90s, para mi ‘Sintonía’ es un ejercicio de música ficción desde el prisma de la memoria. Aunque no lo parezca, es un proyecto muy personal que se vincula con los recuerdos. Es una especie de «broken transmission» propio basado en cómo creía que eran las cosas de pequeño. Para hacerlo evité documentarme y tener referencias directas. Vendría a ser mi «Skinamarink» particular sin el aura de «estamos todos locos o qué» -y menos aburrido, espero-.

‘Apolo’ es tu último disco, recientemente editado por Humo Internacional. En mi opinión, es un álbum más introspectivo y etéreo que ‘Misteria’. Descríbeme, en tus palabras, la evolución que has vivido durante estos años. ¿Hay algún concepto detrás de Apolo?

A diferencia de ‘Misteria’, que estaba más influenciado por el italodisco, Apolo se mueve más en las coordenadas del vaporwave. 
 
A nivel conceptual, ‘Apolo’, además de una hamburguesería de Usera, es un disco que trata, a nivel alegórico, sobre la ciudad. Es una versión hiperestilizada de aquellas ideas ya clásicas de rascacielos donde los millonarios juegan al minigolf, los enamorados dan un paseo por el centro comercial y en los bajos fondos se trapichea bajo la luz de fluorescentes rotos. Apolo sería la versión «canción» de ‘Sintonía’.

 

‘Misteria’ se editó en vinilo en 2018; sin embargo, Apolo solo se ha publicado en cinta. ¿Por qué?

Esto es debido a varios factores, pero básicamente con el hype del vinilo y el volver de las grandes compañías a la producción en este formato, el precio y cantidad mínima exigible ha ido aumentado exponencialmente hasta hacer inasumible, a nivel de costos, un proyecto tan nicho como el mío.
 
El formato cinta es barato (de momento), permite una tirada reducida y además funciona bien con el proyecto. Cuando comience a hacer música dance, iré de cabeza al CD.
Igor en plena acción

¿Qué sintetizadores utilizas en tus grabaciones? ¿Qué te dan los sintetizadores analógicos que no te dan los digitales?

Más que emplear sólo sintetizadores analógicos, para mí la ruptura está entre el hardware y el software. En mi caso utilizo sintetizadores analógicos y digitales de todo tipo, pero siempre hardware. Soy incapaz de trabajar con ordenador y no por una cuestión estética, sino por pura pereza.
 
Trabajar con el ordenador implica software, programas, plugins, conocer el manejo del MIDI (sí, no sé grabar MIDI), etc., y todo eso me quita las ganas de hacer cosas. Para mí es fundamental pasarlo bien y la manera de hacerlo es encendiendo los cacharros y tocar a lo Stevie Wonder. Todo lo que implique procedimientos informáticos hace que caiga en la frustración. Así que arriba el Daisy chain.
 
¿Ferrari Testarrossa o Ford Sierra?
 
En ‘Apolo’ hay una canción que se llama «Nuevo Sierra», así que imagínate
 
 ¿David Cronenberg o John Carpenter?

Cada uno es maestro en los suyo. Ambos son grandes referentes. Realmente Cronenberg me gusta más en lo audiovisual, pero Carpenter es un hito en lo musical. ‘The Splash band’ ha amenizado muchas fiestas y ‘Misteria’ no deja de ser un tributo, a su manera, de éste.

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