Historia del grunge: Everybody loves our town

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En los años 90, una ciudad aislada del noroeste de Estados Unidos fue el caldo de cultivo perfecto de una escena musical extraordinaria. Bandas que años más tarde darían giras mundiales empezaban a florecer, sin nada que perder, en antros y garajes con la nerviosa libertad que ofrece ser joven, talentoso, sin trabajo y un futuro sombrío. 

Es la crónica de Seattle, un sitio indiferente y alejado que pasó a ser el hogar de la última gran revolución: el grunge. Esa efervescencia significó escenarios en llamas, los mejores músicos del momento reunidos por azar en un parking, saltos desde los focos sobre la multitud y batir a Michael Jackson en la lista de ventas. Pero también significó excesos con la heroína, fama mal llevada, un clima autodestructivo irrespirable y noticias de suicidios. Sin duda, una historia la del grunge demasiado golpeada por la muerte prematura de sus máximos talentos, cuyas historias se han establecido en el imaginario colectivo tras un velo trágico.

Everybody loves our town de Mark Yarm es sumergirse en un periodo musicalmente apasionante. Dice Kurt Danielson, bajista de TAD, que «los héroes existenciales de los 90 fueron los fracasados», y fue con esos héroes con los que se construyó la leyenda grunge. Lo malo de ese carácter legendario es que también ha supuesto que nos hayan llegado hasta nuestros días, junto al sonido que una vez atronó Seattle, algunos ecos de caricatura. La consecuencia directa es que el concepto de grunge —palabra que genera rechazo entre sus propios protagonistas, los testigos más autorizados— está a medio camino entre las tiendas de discos y las camisetas del Zara.

Más de 30 años después, la fotografía se ha vuelto borrosa. A clarificarla nos ayuda Everybody loves our town, un apasionante collage de memorias que cede la palabra del grunge precisamente a aquellos que rechazan nombrarlo así. 

Hablamos de ello con su autor, Mark Yarm:

GALGO: Sorprende la genealogía de grupos que se creó en los años 90 en Seattle. Un ejemplo es como green river viene a formar mudhoney, o mother love bone, que luego acaba desembocando en pearl jam… Estas líneas son numerosas, sin contar superbandas, bandas homenaje… Es algo común en escenas locales, pero la repercusión de todas estas bandas por separado supera las comparativas. ¿Eran tan buenos sus integrantes o fue la tormenta perfecta?

MARK YARM: Sus miembros eran, y siguen siendo, muy talentosos. Pero también lo son muchos músicos en muchas escenas que no explotan como lo hizo Seattle. Así que, sí, había un elemento de «la tormenta perfecta» aquí. Seattle estaba tan aislada geográficamente en ese momento que permitió a todas estas bandas desarrollar sus habilidades fuera de los ojos del mundo. También hay que dar crédito a gente de negocios como Bruce Pavitt y Jonathan Poneman, quienes cofundaron Sub Pop – el sello que nos trajo Soundgarden, Nirvana, Mudhoney, y TAD – y promocionaron estas bandas a los medios.

¿Cómo ayuda esta estructura fragmentaria y basada en testimonios a conocer la verdadera historia?

No sé si alguna vez puedes llegar a conocer la verdadera historia, pero el formato de historia oral permite a las partes en conflicto tener su espacio para hablar. Normalmente la verdad se encuentra en algún punto intermedio.

El Grunge pasó de ser un movimiento local a una máquina de hacer videos en MTV en pocos años. A ello contribuyeron figuras como Chris Cornell, o Kurt Cobain, cuyo talento estaba a la altura de su presencia en retratos, ¿qué habría pasado si todos ellos hubieran encajado en el cliché del carnicero de Tad Doyle?

Hay una cita de Buzz Osborne de los Melvins diciendo que si Chris Cornell se hubiera parecido a Fat Albert no hubiera habido forma de que Soundgarden hubiera tenido éxito como lo hicieron, y tengo que estar de acuerdo con él. Quiero decir, los cantantes de las cuatro grandes bandas de grunge — Kurt Cobain, Chris Cornell, Layne Staley, y Eddie Vedder — todos eran muy atractivos. Es triste decir que no creo que hubieran tenido el mismo éxito rompedor sin su sex-appeal.

Seattle paso de lugar aislado a un mercado donde las discográficas pescaban cualquier grupo que sonase a grunge. Lo mismo les pasó a las bandas, que pasaron de ser underground a soportar con un cierto cinismo el éxito mundial que habían tenido. ¿Por qué fue tan enfermiza esa búsqueda de autenticidad?

No sé si lo llamaría enfermizo, pero había, como dices, un deseo de ser auténtico. Kurt Cobain intentó tenerlo en ambos sentidos. Quería vivir según los preceptos del punk rock mientras firmaba con un sello importante. Se quejaba del éxito comercial, mientras que sabemos que lo buscaba activamente.

¿Que tu libro esté basado en testimonios reales y ofrezca esta visión poliédrica intenta separar la persona real de la leyenda? ¿O hace que cada uno cree la suya propia?

Creo que hay algo de cazador de mitos en este libro. Kurt Cobain y Layne Staley tienen estas imágenes oscuras y melancólicas debido a la prensa que recibieron y a la forma en que sus vidas terminaron. Pero por lo que se conoce, Kurt y Layne eran tipos muy divertidos, ambos con un sentido del humor malvado. Kurt era un drogadicto, sí, pero también era un buen tipo y un padre cariñoso.

La mayoría de mi generación ha conocido esta música a través de una maraña de clichés, y la siguiente como un algoritmo de reproducción en spotify. ¿Cómo se puede explicar de forma fidedigna el género a la gente que no había nacido?

Es difícil explicar exactamente lo que era el grunge, aparte de una combinación de heavy metal y punk rock que surgió del Noroeste del Pacífico a finales de los 80 y principios de los 90. ¿Pero por qué, por ejemplo, Pearl Jam, que suena como una banda de rock clásico para ser honesto, se considera grunge? La mayoría de las veces se reduce a su origen, es decir, Seattle, y al hecho de que sus miembros surgieron de las cenizas de Mother Love Bone, otra banda de esa escena.

¿Cuánto se ha distorsionado su imagen en estos 30 años?

El hecho de que la mayoría de la gente involucrada en esta escena era muy divertida es a menudo pasado por alto. Creo que mi libro muestra lo malditamente divertidos que eran todos. Pero el hecho de que hayamos perdido a varios músicos grunge prominentes por drogas o suicidio juega un papel importante en cómo se percibe el género hoy en día. Y no me malinterpreten, ¡había mucha oscuridad!

Es paradójico que siempre se muestre un Seattle aislado como pieza clave para que se formara un movimiento, pero que luego éste diera la vuelta al mundo en tan poco tiempo, ¿cómo se explica esta explosión?

En realidad, tomó unos cuantos años para llegar a la corriente principal. Bandas como Jane’s Addiction y Faith No More ayudaron a abrir la puerta. Alice y Chains y Soundgarden, también. Entonces Nirvana la abrió de par en par.

¿Pueden existir escenas locales en la era del streaming?

Puede haberlas, seguro, pero es difícil imaginarlas tan bien desarrolladas y cohesivas como la escena de Seattle. Antes de su éxito, la escena de Seattle era muy insular. Y como había poca retroalimentación del mundo exterior, pudieron afinar su propio sonido. El ritmo más lento definitivamente ayudó en ese sentido.

Se cita a Andrew Wood confesando en un momento que «antes éramos un grupo de música que coqueteaban con las drogas y ahora somos un grupo de drogadictos que coquetea con la música». Muchas estrellas de muchos estilos han tenido problemas con la droga, suicidios…. pero en ningún otro género se ha incorporado tanto a la narración estas tragedias como en el grunge con los desgraciados casos de Andrew Wood, Layne Staley, Kurt Cobain y recientemente Chris Cornell. ¿En qué ha afectado la tragedia a la mitificación un poco frívola del género?

Todas estas tragedias ensombrecen la era del grunge. El grunge y la heroína y el suicidio están, desafortunadamente, inextricablemente unidos en la mente del público. Hablé con muchos músicos que pensaban que el consumo de heroína, en particular, estaba desproporcionado. Muchos de estos tipos eran alcohólicos habituales.

¿Qué movimiento puede asemejarse hoy al grunge de ayer? Al fin y al cabo, las revoluciones juveniles siguen saliendo en la portada de Vanity fair.

Para ser honesto, no puedo pensar en uno que esté tan ligado a la geografía y a un estilo de música. Curiosamente, muchos niños que estaban a años de nacer cuando Kurt se suicidó están en el grunge hoy en día. Lo ven como el último movimiento musical auténtico.

En el poderoso puzzle de conversaciones que has compuesto, ¿echas de menos alguna pieza?

Claro, nunca se puede contar la historia completa. Hay mucha gente, tanto grandes estrellas como pequeños nombres, con los que desearía haber podido hablar.

Por último, de todas las declaraciones que has recogido en tu libro, cuál te ha impactado más

La primera que me viene a la mente es Courtney Love hablando de cómo los periodistas y los fans del rock piensan que es «guay» que Kurt se haya suicidado. Ella describió el romanticismo que lo rodeaba como «un culto a la muerte». Y tiene razón en eso.

David M