REPORTAJE

El descenso a los infiernos del Thrash en los 90

Continuamos con la segunda parte de nuestro repaso a la producción discográfica de las vacas sagradas del thrash estadounidense. Puedes consultar la primera parte aquí

Slayer trash 90
Slayer, una de las bandas más representativa del Thrash en los 90

1995

Megadeth – Hidden treasures

La segunda mitad de la década, en nuestro repaso particular, da comienzo con un recopilatorio de rarezas por parte de Dave Mustaine y compañía en el que se incluyen una serie de piezas compuestas originalmente para bandas sonoras de películas de diverso pelaje junto a versiones de Alice Cooper, Sex Pistols y Black Sabbath

El disco fue incluido en ediciones europeas de Youthanasia como contenido extra y, en ese contexto, es bastante disfrutable. Entendido como un trabajo individual, tal y como fue editado en Japón y Estados Unidos, resulta bastante prescindible. A pesar de ello, la inclusión de tesoros ocultos (nunca mejor dicho) como “Angry again”, “99 ways to die” o “Diadems”, nunca incluidos en un álbum de estudio, hace que la escucha merezca la pena.

Megadeth – Angry again

Anthrax – Stomp 442

Tras salvar con éxito la marcha de Joey Belladona merced a la publicación del estupendo Sound of white noise, Anthrax se encontraban ante un nuevo reto con la marcha de Dan Spitz, quien había ejercido las labores de guitarra solista desde los primeros pasos de la banda. De cara a la grabación de Stomp 442, los neoyorquinos recurrirían a la ayuda de Paul Crook y Mike Tempesta (técnicos de guitarras de Scott Ian y del ya nombrado Spitz a lo largo de la primera mitad de la década) y de Dimebag Darrell (amigo personal de la banda), que colaboraría en dos temas. El propio Charlie Benante, habitual batería de la formación y ocasional guitarrista en otros proyectos, también interpretaría un par de solos.

En cuanto al álbum en sí, la banda apuesta decididamente por abrazar las influencias de Pantera, produciendo un conjunto de temas que por separado funcionan razonablemente bien, pero que conforman un todo demasiado repetitivo como para ser considerado como algo más que meramente pasable. Lo más destacable, una vez más, resulta el impresionante trabajo a las voces de un John Bush en estado de gracia, dando lo mejor de sí mismo y confirmando en Stomp 442 la tremenda capacidad vocal ya apuntada en el álbum precedente.

Tras el recopilatorio lanzado por Mustaine y sus chicos, Anthrax serían de nuevo los encargados de abrir la segunda mitad de la década con un trabajo decente pero muy por debajo de sus dos trabajos anteriores. La tendencia inaugurada en los años pretéritos se vería, además, confirmada, con una banda muy alejada de sus raíces thrash y abrazando otras corrientes del metal con las que formaciones como Pantera (que se había alzado al primer puesto de la lista Billboard el año anterior con el lanzamiento de Far beyond driven) triunfaban por la época.

Anthrax – Random acts of senseless violence

1996

Slayer – Undisputed attitude

Slayer sucederían a Divine intervention con un álbum de versiones, grabadas todas para la ocasión, de varias formaciones del universo punk/hardcore, entre las que cabe destacar a Minor Threat, T.S.O.L. o Dirty Rotten Imbeciles. Como la inmensa mayoría de discos de versiones, es un álbum a todas luces innecesario. Pero no es menos cierto que su media hora escasa se disfruta en un suspiro, y es evidente que los californianos se encuentran francamente cómodos abrazando la simbiosis entre thrash y hardcore comúnmente identificada como crossover. ¿Es Undisputed attitude algo más que una curiosidad? No. ¿Es, a pesar de ello, un trabajo apreciable? Rotundamente sí.

Slayer – Spiritual law (D.I.)

Metallica – Load

Llegado 1996, Metallica lanzarían al mercado un disco que haría correr ríos de tinta. Y es que con Load los californianos confirmarían el giro tomado con el álbum negro lanzando al mercado un disco de hard rock con evidentes influencias de blues y rock sureño, ni más ni menos. Ni que decir tiene que el cambio no fue particularmente bien recibido por la mayor parte de los antiguos fans de la banda, pero, a pesar de estar considerado por muchos como el inicio del descenso a los infiernos de la banda, el disco fue un rotundo éxito de ventas y no hizo sino confirmar el estatus de Metallica como la banda de metal más famosa sobre la faz de la tierra.

Polémicas aparte, lo cierto es que el disco empieza muy bien, con cinco cortes iniciales a los que pocos peros se les pueden poner (más allá de una evolución estilística que, evidentemente, no tiene por qué agradar a todo el mundo). Sin embargo, a partir de la horripilante balada “Hero of the day”, Load cae en picado, con toda una serie de temas poco inspirados y muy redundantes a los que tampoco ayuda una duración desmesurada, tanto de algunos cortes (“Outlaw torn” o “Bleeding me” como mejores ejemplos) como del álbum en su conjunto (que roza los 80 minutos). 

Acabando 1996, por tanto, Metallica daban un paso más allá en su mutación estilística con un trabajo que, a pesar de algunos momentos rescatables, resulta fallido en su conjunto. El abandono de la práctica totalidad de elementos thrash llevó a muchos seguidores a decir adiós a una formación que, a pesar de ello y de los problemas personales de algunos de sus componentes, siguió gozando de un estatus de superestrellas mundiales que ya nunca abandonarían.

Metallica – King nothing

1997

Megadeth – Cryptic writings

La banda liderada por Dave Mustaine continuaría con Cryptic writings la progresión que había inaugurado Countdown to extinction y que había continuado Youthanasia. Con unas estructuras mucho más simples que en sus inicios y un sonido muy alejado de sus raíces, orientado ya sin ningún disimulo hacia la melodía, se trata de una continuación lógica de sus trabajos anteriores que, sin estar a la altura de los mejores discos de la formación, sí que mantiene un nivel más que digno. La variación en términos estilísticos no tiene por qué agradar a todos, evidentemente, pero a pesar de que Cryptic writings no es thrash, ni mucho menos, sí que es un trabajo muy rescatable con ocasionales momentos de brillantez.

Megadeth – Trust

Metallica – Reload

Apenas un año después de la publicación de Load aparecería su secuela, ofreciendo las mismas señas de identidad: influencias blues y sureñas, distanciamiento respecto al sonido de los primeros años de la banda y, una vez más, repetición constante de los mismos esquemas, con una duración desmesurada y momentos ocasionales de vergüenza ajena. Lo más curioso es que, de acuerdo con declaraciones de la banda en la época de publicación del disco, la idea original parecía ser publicar un único disco doble que abarcase todo el material de Load y Reload. Una selección de los mejores cortes de ambos trabajos, y una duración en torno a los 45-50 minutos habría dado lugar a un trabajo más que decente. En lugar de eso nos encontramos una vez más con un inicio prometedor, con las archiconocidas “Fuel y “Memory remains” dando el pistoletazo de salida, y con un bajón terrible a partir del tercer corte, con una sucesión de piezas genéricas que solo mejora en momentos ocasionales como con la muy reivindicable “Carpe diem baby”. Una evidencia de que no siempre más es, ni mucho menos, mejor.

Metallica – Carpe diem baby

1998

Slayer – Diabolus in musica

Con el resto de bandas protagonistas de este artículo tornando hacia sonoridades más cercanas al hard rock (Metallica y Megadeth) o al groove metal (Anthrax), Slayer serían los últimos en mutar su sonido para tratar de adaptarse a los tiempos que corrían ya a finales de la década de los 90. Y lo harían adoptando elementos propios del nu metal, subgénero que, desde mediados de la década, coincidiendo con la publicación de los primeros discos de Korn, había comenzado a ganar en popularidad en los USA. El resultado fue, en este caso, un trabajo fallido en el que los elementos novedosos no parecen encajar del todo con una idiosincrasia tradicional que, al contrario que el resto de nuestros protagonistas, Slayer nunca abandonó por completo.

Slayer – Stain of mind

Anthrax – Volume 8: The threat is real

Apenas un mes después de la publicación de Diabolus in musica, Anthrax editaría el que también acabaría por suponer el trabajo más flojo de toda su carrera. De nuevo con colaboraciones de Dimebag Darrell, al que se suma Phil Anselmo aportando los coros en un corte, la banda se acerca más que nunca a la propuesta musical de Pantera, llegando Scott Ian poco menos que a copiar el característico sonido de la guitarra rítmica de Darrell en la mayor parte de los temas. Todo ello da lugar a un disco con algún momento rescatable pero bastante carente de personalidad y de dirección, ya que tan pronto se imita a Pantera (“Crush”, “Killing box” o “Born again idiot”) como se apuesta por un metal más ligero (“Catharsis” o “P&V”), o se opta por experimentar con otros géneros como el rock alternativo (con la más que reivindicable “Harms way”) o incluso el country (con la inclasificable “Toast to the extras”). Lo más destacable resulta, por lo demás, y a riesgo de sonar repetitivo, la interpretación de un inmenso John Bush que sube él solo el nivel del disco. Una pena que ni en Stomp 442 ni en Volume 8 las composiciones estuviesen a la altura (circunstancia que, afortunadamente, cambaría unos años después con la edición de esa joya que es We’ve come for you all allá por 2003).

Anthrax – Inside out

Metallica – Garage Inc.

Al igual que hicieran Slayer un par de años antes, también Metallica decidirían editar un disco de versiones en la segunda mitad de los 90, si bien en este caso no se autoimpondrían barreras estilísticas de ningún tipo, optando por versionar a bandas y artistas de lo más diverso, desde Bob Seger a Mercyful Fate, pasando por Nick Cave o Motorhead. Garage Inc. se compondría, en consecuencia, de dos discos diferenciados. Uno integrado por versiones grabadas explícitamente para la ocasión y por lo tanto con una textura sónica muy próxima al binomio Load/Reload, y otro recopilando versiones publicadas previamente a lo largo de la historia anterior de la banda en forma de EP’s o como caras B de diversos singles.

Como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta la particular gestación del proyecto, el resultado es irregular, con algunas versiones que rayan a muy buen nivel (las cuatro versiones de Diamond Head o el medley de Mercyful Fate son buenos ejemplos de ello), y otras que funcionan peor o que incluso resultan realmente vergonzosas (el crimen perpetrado con el “Loverman” de Nick Cave es para mear y no echar gota). A pesar de todo, la valoración que previamente se hacía sobre el Undisputed attitude de Slayer (innecesario pero disfrutable) resulta igualmente válida con este trabajo. 

Metallica – Am I evil?

Llegando a este punto nos encontramos con que todas las bandas protagonistas de este artículo habían publicado ya, con mayor o menor fortuna, trabajos en los que se distanciaban de forma más que sustancial del sonido que les había hecho grandes. Metallica seguía gozando de un estatus de estrellas mundiales a pesar de la publicación de dos trabajos mediocres en los que viraban su propuesta musical hacia terrenos previamente inexplorados. Anthrax y Slayer habían publicado trabajos en los que, sin abandonar el metal, sí abrazaban corrientes estéticas más modernas con las que no parecían estar del todo cómodos y que les habían empujado a un discreto segundo plano del que todavía tardarían en salir. Megadeth parecía la banda que, desde el punto de vista artístico, mejor había librado la década de los noventa, con una obra maestra incontestable como Rust in peace y otros tres trabajos (Countdown to extinction, Youthanasia y Cryptic writings) que oscilaban entre lo decente y lo muy bueno. El fin de la década nos reservaba, a pesar de ello, una sorpresa desagradable.

1999

Megadeth – Risk

Con Nick Menza fuera de la banda y sustituido por Jimmy DeGrasso a las baquetas, la banda liderada por Dave Mustaine daría una vuelta de tuerca más a la propuesta que llevaban desarrollando desde Countdown to extinction con Risk, trabajo de estudio con el que despedirían la década. Lamentablemente, dicha vuelta de tuerca no produjo el efecto deseado y solo sirvió para dar lugar al que supuso, sin atisbo de duda, el peor trabajo de toda la carrera de la banda hasta el momento. Un disco irreconocible en el que la banda termina de abandonar por completo sus tradicionales señas de identidad, con Mustaine en una huida desesperada hacia adelante buscando el favor de un público cada vez más esquivo por medio de unas composiciones facilonas y carentes de inspiración que en casi ningún momento consiguen alzar el vuelo.

Megadeth – Wanderlust

Anthrax – Return of the killer A’s

En noviembre de 1999 Anthrax publicaría un recopilatorio de grandes éxitos cuyo único interés particular para cualquier seguidor de la banda neoyorquina radica en la participación de Joey Belladona (vocalista de la banda entre 1984 y 1992) y de Dan Lilker (bajista de la formación en su disco de debut de 1984) en un corte exclusivo de este recopilatorio, la versión del “Ball of confusión” de The Temptations. Por lo demás, poco más que añadir.

Metallica – S&M

 Y la década concluiría con una banda de thrash tocando en directo con una orquesta sinfónica. ¿A alguien le parece una buena idea? Pues James Hetfield y compañía debieron considerar que sí y recurrieron a Michael Kamen (reputado compositor de bandas sonoras entre las que cabe destacar las de Memento, las tres primeras películas de La jungla de cristal o la serie de HBO Hermanos de sangre) para dirigir a la orquesta y llevar a cabo los arreglos pertinentes.  El concierto, grabado en San Francisco, fue editado en forma de doble CD en noviembre de 1999 y es un testimonio perfecto de la megalomanía que suele acompañar al éxito masivo. Los arreglos orquestales solo muy ocasionalmente aportan algo reseñable (en la instrumental “The call of Ktulu” o en alguna de las archiconocidas baladas de la banda, por ejemplo) y en la mayor parte de cortes no funcionan en absoluto, pasando desapercibidos o directamente sonando totalmente fuera de lugar. Por lo demás, la voz de James Hetfield continúa mostrando unas señales de fatiga evidentes, restando gran parte de su atractivo a las versiones aquí incluidas de temas de la época dorada de la banda como “Master of puppets” o “For whom the bell tolls”.

Metallica – The call of Ktulu

Una década que se había iniciado con todas nuestras bandas protagonistas editando discos básicos en su discografía, cuando no obras maestras del género, terminaba con todos los integrantes del famoso Big Four publicando trabajos que oscilaban entre lo desastroso y lo intrascendente. Todos ellos, con la excepción de Metallica, pasarían además a un segundo plano mediático en el que quedarían perpetuamente instalados a partir de entonces. Este hecho no impediría, a pesar de todo, que años más tarde editasen trabajos más que decentes como los muy recomendables We’ve come for you all (2003) o Endgame (2009), de Anthrax y Megadeth respectivamente, pero ya nunca alcanzarían cifras de ventas y notoriedad mediática semejantes a las alcanzadas durante la primera mitad de la década de los noventa. Metallica, por su parte, ha seguido siendo una de las bandas de rock/metal más famosas del mundo entero, pero desde un punto de vista artístico su relevancia no ha hecho más que caer en picado con los años.

El panorama musical ha experimentado una mutación salvaje en las últimas décadas y ha dejado atrás a unas bandas que hoy por hoy son consideradas por muchos como poco menos que dinosaurios del metal. Pero hubo una época en que cada lanzamiento de estos dinosaurios era celebrado como todo un acontecimiento por parte de millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Esa época llego a su cenit en la primera mitad de los noventa para dar paso a una vertiginosa decadencia de la que les costaría muchísimo recuperarse. 

En el presente artículo (y en la primera parte del mismo) se ha pretendido documentar ese proceso de ascenso y decadencia sin prejuicios de ningún tipo, tratando de analizar cada disco por lo que es y no por aquello por lo que se le recuerda. El resultado ha sido una constatación de que el bajón de popularidad de nuestros protagonistas a lo largo de la década resulta bastante justificable a tenor del nivel de bastantes de sus trabajos en la segunda mitad de la misma. Hecho que, no obstante, no debería hacernos cometer el error de ignorar un primer lustro en el que varias de estas bandas alcanzaron unas cotas a las que, lamentablemente, nunca lograrían llegar de nuevo.