Artificial Intelligence: más allá de la pista de baile

Aparentemente, todo está tranquilo. Una figura yace arrellanada en el sillón de una sala de estar. Las cubiertas de unos vinilos están esparcidas por el suelo: son las portadas de Autobahn de Kraftwerk y de The dark side of the moon de Pink Floyd. Nos fijamos un poco más: la figura del sillón nos resulta extraña. Su forma es antropomorfa pero su piel es reluciente, fría. No es un ser humano, sino un robot -o como poco un cyborg-, uno que escucha música mientras fuma un cigarro (o lo que sea) relajadamente. Bajo la imagen se lee el eslogan “Electronic listening music from Warp”. Era 1992 y Warp Records, en su empeño por innovar, utilizó esta desconcertante portada para su primer recopilatorio Artificial Intelligence (AI). Tras la cubierta subyace un mensaje: la música electrónica puede y debe trascender la pista de baile.

Con este primer recopilatorio AI Warp estaba preparando el terreno para introducir en el mercado un nuevo género, el IDM (Intelligence Dance Music), que trataba de propagarse más allá del techno vernáculo. Ya habían intentado, con moderado éxito, abarcar y marcar tendencia con recopilaciones como Pioneers of the Hypnotic Groove (1991) o Evolution of the Groove (1992), pero fue con este primer volumen de Artificial Intelligence con el que consiguieron posicionarse como grandes “curadores” de la electrónica post-rave en los primeros 90. En las mentes de las cabezas pensantes del sello había un objetivo: elevar a los hasta entonces relativamente anónimos DJs a la categoría de artistas reconocidos y, de paso, convertir la música electrónica en algo rentable. Pero existen diferentes formas de sacar réditos a algo. Warp lo hizo de manera sabia, haciendo ver al público que un acercamiento alternativo al techno era posible.

“Podías sentarte y escuchar como lo harías con un disco de Kraftwerk o de Pink Floyd. Por eso pusimos esos álbumes en la portada; para adentrarnos en la mente de la gente que no iba a bailar”, explicaba Steve Beckett, cofundador de Warp. El sello de Sheffield buscaba desprenderse de ciertos clichés de la cultura rave y, para hacerlo, creó una foto fija del techno (más o menos) experimental de 1992. La electrónica corporal daba paso a una música (supuestamente) cerebral.

Artificial Intelligence I
Artificial Intelligence II

¿Elitistas y snobs?

A pesar de la maniobra de distracción de Warp, la música de ese primer recopilatorio AI estaba muy influida por estilos precedentes como el techno de Detroit, el ambient techno o el house, por lo que esa pretensión de despojarse de toda aura raver era solo eso, una pretensión. La perspectiva nos permite hoy comprender la verdadera dimensión e importancia del álbum, pero también nos hace darnos cuenta de que el IDM es un estilo que nació de manera un tanto artificiosa. Las reacciones tachando de elitistas y snobs a los ideólogos de esta nueva corriente no tardaron en llegar. IDM “hace pensar en tipos seudointelectuales que se frotan la barbilla y dicen frases guays para The Wire”, decía en su día Django del sello Worm Interfaces.

Los propios pioneros del género trataban de desembarazarse del sanbenito “inteligente”. “Creo que era como una broma, en realidad. Al principio la serie Artificial Intelligence era un poco irónica; nos divertíamos haciéndola. La cuestión es que todos los artistas de esa primera recopilación son como nosotros, gente normal. Richard D. James, Richie Hawtin o Alex Paterson no son conocidos por ser intelectualmente poderosos, sino por ser simplemente buenos músicos”, aseguraba en 2006 Sean Booth de Autechre a Resident Advisor.

Vivero de artistas electrónicos

Polémicas aparte, la importancia histórico/musical de Artificial Intelligence I es indiscutible. En el disco se dan cita algunos de los nombres propios más importantes del panorama electrónico de los últimos 30 años. Richard D. James/Aphex Twin abre el recopilatorio bajo el seudónimo The Dice Man con “Polygon Window”, corte incluido unos meses más tarde en Surfing on sine waves, su primer LP con Warp, un disco de transición en el que deja fluir influencias más bailables junto a sus ya conocidos pasajes ambientales. Autechre figuran por partida doble con “Crystel” y “The Egg” -trasunto del “Eggshell” de Incunabula-, dos cortes que solo nos dejan entrever su posterior abstracción. Richie Hawtin hacía su aparición bajo el alias UP! con “Spiritual High”, un corte minimalista y repetitivo que resulta casi una rareza en la compilación por una simpleza que entronca con un techno más bailable. Black Dog Productions (como I.A.O), Speedy J o B12 (Musicology) aportarían sendos cortes que desembocarían en posteriores LPs.

Sin embargo, es Dr Alex Paterson de The Orb quien con su simple presencia mejor ejemplifica la transición que supuso Artificial Intelligence. The Orb era, en gran medida, todo lo que Warp Records estaba tratando de encapsular en AI, al ser uno de los más ilustres embajadores del ambient house, un subestilo que desputó en el Londres de finales de los 80. Salvando las distancias, su debut Adventures Beyond the Ultraworld bien podría rivalizar con la ambición de unos Tangerine Dream. Era un disco tremendamente largo, conceptual, con amplios y psicodélicos paisajes sonoros que se repetían en bucles interminables y con ritmos que, más que a sudar en la pista de baile, invitaban a un disfrute mucho más relajado. En 1991, año de su publicación, Adventures… condensó en un solo LP ese compendio de géneros difusos -ambient house, ambient dub, ambient…- en el que Warp fijó su atención y del que se valió para moldear a su gusto lo que terminaría siendo esa “música especialmente dedicada para largos viajes, noches tranquilas y amaneceres somnolientos en clubes” de la que se hablaba en el libreto del primer recopilatorio. Warp se fijó en muchas más cosas para dar forma a su visión, no hay duda, pero, en cierta manera, “Loving you live” de Alex Paterson, su tema en el álbum, legitimaba al sello y a los demás artistas a recoger los frutos que The Orb había madurado.

Artificial Intelligence no se quedaría en una simple anécdota. Bajo esta etiqueta, Warp creó una serie en la que se editaron, en apenas dos años, algunos de los clásicos básicos del IDM primerizo: Incunabula de Autechre, Electro-Soma de B12 o Bytes de Black Dog Productions, entre otros. La serie llegó a su fin en el 94 con la publicación del segundo volumen del recopilatorio, en la que repitieron varios artistas del primero (Aphex Twin/The Dice Man o Autechre, por ejemplo) y se unieron otros como el recientemente fallecido Richard H. Kirk (Cabaret Voltaire), Link/Global Communication o Seefeel, con su sonido que hibrida electrónica, psicodelia y shoegaze. Con esta segunda parte se finiquitó la serie con la sensación, a la postre confirmada, de que el camino no había hecho más que comenzar. Artificial Intelligence fue el caldo primigenio del que nacieron algunos de los microorganismos que se desarrollaron y hoy son reverenciados como líderes de la música electrónica mundial, algo en lo que, por supuesto, Warp y su visión tuvieron mucho que ver.

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