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Blue Rev: Alvvays demuestra que madurar (también) puede ser algo exuberante

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Portada de Blue Rev, tercer álbum de Alvvays

Se que estás de vuelta, vi a tu hermana en la farmacia y dice que tienes de nuevo el brillo del amor en la mirada: el inicio sin ambages de Pharmacist te mete de lleno en la historia de Blue Rev un disco que, más allá de la historia que representan sus letras, constituye un homenaje a cómo el tiempo y las capas de ensayo pueden mejorarnos. Esto es un poco de Alvvays haciendo honor al cliché del «trabajo más maduro», un ejemplo de resonancia bien entendida donde sonido y mensaje bailan en la misma frecuencia. Su disco Archie marry me en 2014 ya fue un aviso, pero allí donde plantaron promesas, han recogido algunas joyas. Entre medias, Antisocialities, una pandemia y mucho trabajo.

La primera mitad del disco sobrecoge por su riqueza estilística y su amargor retórico. Ya en el solo de guitarra del primer tema se recuerda el sonido de aquel disco debut, pero con la extravagancia y riqueza de querer jugar en un mejor escenario. Easy on your own no hace más que recoger la crecida y transportarla a través de un ácido mensaje sobre la soledad buscada (o encontrada). After the earthquake es la afirmación de que, si una guitarra y una voz se asocian, pueden mover el suelo a pesar de las modas. Sobre su ornamentada pista de guitarra se puede decir casi de todo, y lo dicen. La ola no cesa en Tom Verlaine, un lugar donde las estrofas cabalgan naturales sobre slides, efecto característico de la herencia shoegaze, pero no por ello digno de admirar en una banda que aquí se sacan de lleno el corsé de lo indie pop. Pressed: tempo alto, baterías abiertas y letras orgullosas que inspiran fuerza y resquemor, es el orgullo herido el que parece brotar, invencible, junto con los sonidos. Many mirrors abre un nuevo capítulo y pone algo de calma, llega una cierta reconciliación con el tempo pop y las voces aterciopeladas en la canción más dreamy, arreglos vaporosos para una cierta suavidad retórica. Hasta aquí hemos temido, recordado, odiado y nos hemos sobrepuesto.

En su segunda parte, Alvvays recogen la potencia generada y la extienden en un mensaje revuelto y, a veces, poco entendible (incluso en sus desvaríos puede ser considerado metafórico de su tormenta sentimental). Lo de Very online guy no lo entiendo, ellos hablan de una anécdota con un sonido que fue tomando forma de una manera inesperada en el estudio, pero parece algo a lo que has cogido demasiado cariño, ese párrafo que deberías omitir. Con Velveteen volvemos al camino, esta vez dominado por el ritmo del sintetizador y donde la voz empieza a lamentar, lo que empieza a darnos la salida temática al disco; menos ácida, más amarga. En Tile by tile lo que antes eran ritmos de teclado definidos aquí se vuelven de nuevo vaporosos, delicados, donde se habla de la ponzoña y la desorientación sobre una nube. En ese paradójico juego nos convence Alvvays, porque retratan con delicada fuerza que no todos podemos querer ni odiar eternamente sin empezar a sentir la emoción opuesta. Pomeranian spinster parece una licencia que precede a Belinda says, el single, una nueva feliz asociación entre guitarra y mensaje, una nueva ocasión para mover el suelo. Alvvays saca brillo a todas sus nuevas capacidades rítmicas y actualizan su estatus como banda. Es una fusión entre cotidianeidad y vapores, Alvvays no deja de ser un lugar frágil, ácido y potente que no quieres abandonar. El álbum sigue con Bored in bristol y Lotery noises una licencia para la letra, para elevar los sonidos del disco y crear una ceremonia con ellos, órganos muy abiertos y camino listo para la última canción Fourth figure, un broche catedralicio puro y duro.

Alvvays muestra el camino de una banda indie que quiere ser relevante por sí misma, y no por lo que representa. En sus entrevistas puedes ver el gusto por el sonido, por jugar con sintetizadores, por evolucionar como músicos, incluso una especie de desinterés (seguramente forzado) en escuchar demasiadas cosas por el aquel de no perder el punch creativo. Perdonando ese ligero adanismo, son felices muestras de actitud. Seamos honestos, si el indie pop dejó de estar de moda, felizmente, fue porque se había vuelto una retahíla de bandas reciclando los peores temas de los anteriores, una confusión estilística que mandó el género de nuevo a donde no debió quizás salir: a lo «alternativo». La grandeza de Alvvays es reivindicar una parte de ese collage de género y elevarla por méritos propios a un lugar que la moda esta vez no le tiene reservado. Entre la autocompasión, el desprecio y el orgullo, Blue Rev es capaz de coser de forma maravillosa el pasado y el futuro de Alvvays.

Eduardo Rivero
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