Album de Public Image Limited (o cómo Lydon encontró a Lasswell)

Para los que pensaban que los Sex Pistols eran poco más que una broma pesada orquestada por Malcom Mclaren y Vivianne Westwood, el reciclaje musical de John Lydon -o Johnny Rotten si así lo preferís- y sus Public Image Limited (PIL) debió suponer todo un impacto. ¿Cómo era posible que Rotten, un, en teoría, grosero bufón con delirios de grandeza, fuera capaz de concebir una música tan innovadora y original? ¿Había algo más que una lengua viperina y ganas de epatar tras la máscara o todo era fruto de la casualidad y la oportunidad?

Los años comprendidos entre el 78 y el 81, trufados de álbumes de PIL, se encargaron de dar respuesta a la pregunta. Año a año, disco a disco, Lydon y compañía mutaron con su guiso post-punk/dub/experimental/pop en un ente cambiante que trascendió géneros. Sus dos primeros trabajos demostraron que una banda se podía situar más allá de los cánones propios de la comercialidad y a la vez gozar de una aceptación extendida. Incluso Flowers of Romance (1981) es visto en perspectiva como un disco tremendamente influyente, aunque en su momento la crítica recibió confundida la ausencia de bajo, sus peculiares tempos de batería, los devaneos con la música concreta y las cada vez más surrealistas abstracciones líricas de Lydon. Tal vez esa confusión generalizada llevó a la banda a autosabotearse durante los siguientes años (os invito a informaros acerca del cisma Levenes/Lydon) y a alumbrar un disco como This Is What You Want… This Is What You Get (1984), cargado de una comercialidad que puso a los fans en guardia.

La colisión Lydon-Lasswell

PIL hacía tiempo que había dejado de ser una banda propiamente dicha para convertirse en el proyecto de un Lydon que hacía y deshacía a su antojo. La formación clásica se desgajó en no muy buenos términos y la marcha del batería Martin Atkins en 1985 cortó el último vínculo -más allá de Lydon- con la banda que había grabado Metal Box. Ese mismo año, Lydon colaboró con Afrika Bambaataa y su grupo Time Zone (Aerosmith y Run DMC no fueron los primeros en mezclar rap y rock) grabando un tema llamado ‘World destruction’ producido por Bill Lasswell. En cierto modo, ‘World destruction’ fue el germen de lo que sería Album (1986) poco después.

Lasswell era ya reconocido como uno de los productores más innovadores del momento. El funk y el rock (y todo tipo de sonidos fronterizos) fueron su primera influencia a la hora de tratar el sonido, pero su mudanza a Nueva York en las postrimerías de los 70 le descubrieron la No-wave y la escena experimental de la Gran Manzana, que le influiría notablemente a partir de ese momento. Uno de los grandes méritos de Lasswell en los 80 fue su capacidad para amalgamar lo popular (pop, rock, funk, RnB), la World Music y lo experimental. Su lista de colaboraciones da cuenta de su capacidad de adaptación y eclecticismo: John Zorn, Motörhead, Brian Eno, Herbie Hancock, Whitney Houston, etc.

Lasswell acuñó un término –Collision Music– que le impulsó a lo largo de su carrera a intentar minimizar la brecha entre géneros musicales. Según el crítico Chris Brazier, el concepto “Collision Music” implica la colaboración entre músicos de muy diferente espectro con el objetivo de trascender estilos – el experimento Lydon/Bambaataa fue un buen ejemplo-. De esta manera, la visión de Lasswell fue tomando forma, aunque sería injusto no incluir en esa epifanía a un Lydon que siempre mostró interés en todo tipo de sonidos más allá del punk. La confluencia entre Lydon y Lasswell, por más fuera de lugar que pudiera parecer, respondía a intereses musicales comunes y al deseo de experimentar de ambos. Lydon se preparó para la contienda, esta vez con Lasswell tras la pecera.

Una grabación atípica

Después de la desbandada, Lydon juntó un grupo en California, donde residía, pero Lasswell tenía otros planes para la grabación. El productor propuso a algunos de sus “mercenarios” habituales y consiguió además colaboraciones que aún hoy son increíbles por improbables. Tony Williams (batería de Miles Davis), Ginger Baker (Cream, Blind Faith), Steve Vai, el propio Miles Davis (cuyas tomas se descartaron), Jonas Hellborg (Mahavishnu Orchestra), Ryiuichi Sakamoto (Yellow Magic Orchestra), Nicky Skopelitis… todos participaron en Album. Si en 1977 un mensajero del futuro hubiera alertado a la incipiente escena punk acerca del futuro de Lydon, probablemente habría sido abatido de un botellazo.

No fue fácil para Lasswell convencer a Lydon de la recomposición de la banda. Desde fuera, la sombra del anterior This Is What You Want… This Is What You Get, su tibia acogida entre los más acérrimos y las omnipresentes sospechas de haberse plegado a lo comercial no hacían presagiar nada bueno de un nuevo bandazo. “Despedimos a la banda de John y hubo muchas noches de discusiones realmente encendidas en bares”, admite el productor.

La grabación fue, en palabras del propio Lydon, “casi como la de un disco en solitario”. Los diferentes colaboradores cuadraban sus agendas y se trasladaban a Nueva York para grabar, no siempre en el mismo estudio que los demás. Steve Vai por ejemplo estaba de gira con Alcatrazz cuando Lasswell lo llamó para grabar sus partes de guitarra. Vai voló a Nueva York y completó la grabación en apenas dos días. Así lo explica en su web: “Básicamente hice todas las partes de guitarra en dos días. Bill Lasswell tenía una visión muy interesante para la producción de este disco. Había material que ni siquiera había escuchado antes y simplemente entré y comencé a tocar encima. Al final Johnny Lydon entró y le gustó”

La percusión como eje

La elección de dos gigantes de la batería como Tony Williams y Ginger Baker no fue casual. Lasswell sabía que su estilo casaría con lo que tenía en mente y con la inestimable ayuda de Jason Corsaro, uno de los ingenieros de sonido que definió las percusiones de los 80, dio un papel preponderante a las baterías, algo no muy habitual en la música comercial hasta ese momento. Corsaro colocó el set de Williams en el hueco del ascensor de los Power Station Studios y se las ingenió para grabar en una toma lo que sería el singular sonido de batería de ‘Rise’. Por su parte, Baker seguía siendo el impredecible salvaje de siempre, algo que a Lydon pareció divertirle mucho. “Lo amo, de verdad que lo amo. Hubo un montón de risas en el estudio. La cantidad de kits de batería que destrozó fue increíble. Creo que es lo que más dinero se llevó del presupuesto”, dice .

Más allá de lo anecdótico, el sonido de la batería avasalla y arrastra todo lo demás. Nada más empezar, la caja de Williams en ‘F.F.F’ te clava al asiento con su exagerado gated reverb (una técnica típica de los 80 que auna una gran reverberación y una puerta de ruido que atenúa las frecuencias por debajo de un umbral determinado) y ya te haces una idea de lo que te espera. Curiosamente es el predecesor Flowers of Romance uno de los álbumes pioneros en el uso del gated reverb -se dice que influyó incluso a Phil Collins y su inefable ‘In the air tonight’-. El minimalismo en la interpretación sigue presente a lo largo de todo el minutaje pero con un groove distinto dentro de lo mecánico de su sonido, con profusión de elementos tribales, sobre todo en los temas de Baker, en torno a los que se arremolinan sobrias líneas de bajo, guitarras rítmicas y arpegios y de cuando en cuando los exóticos (y puede que fuera de lugar) arabescos de Vai. Un sonido grandilocuente en el que el escritor Wyndham Wallace cree vislumbrar en este recomendadísimo artículo cierta influencia para los posteriores Big Black, banda del productor Steve Albini.

Por encima de la muralla sónica destacan las agresivas declamaciones de Lydon, cercanas a veces al Spoken Word. Generalmente la primera, segunda o tercera toma era la que se terminaba utilizando, ya que a partir de ahí un Lydon exhausto solía tener dificultades para llegar a la intensidad previa -nunca fue, ni falta que hizo, un dechado de virtudes técnicas-, aunque él lo explica de otro modo: “Quería que las palabras salieran como si fueran cortes de cuchillos afilados. Cada palabra bien pronunciada y deliberadamente en su lugar correcto”. El sampleo fue otro recurso usado en la grabación. “Él (Lydon) grababa algunas ideas y luego las movía. En aquellos días no había mucha tecnología para samplear, pero podías grabar las voces en una cinta de dos pistas y ponerlas en el lugar en el que querías que estuvieran” , expone Lasswell.
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Las dudas respecto a la nueva formación se disiparon conforme la grabación avanzaba. Según Lydon, la banda que había montado en California no tenía la experiencia suficiente como para hacer un trabajo preciso y la capacidad técnica del nuevo grupo era tan portentosa que lo difícil se tornó fácil. “Tuve que tomar una decisión. La banda anterior habría hecho aumentar mucho el presupuesto. Tuve que contratar músicos de sesión”, asegura reapropiándose de la determinación de Lasswell. “No me importa si los músicos con los que estoy trabajando son viejos y tienen barba y el pelo largo. No me importa nada si funciona”, añadía en el 86 en Smash Hits. Tampoco le importaban al parecer los egos de sus flamantes colaboradores, pues los créditos del disco no incluyen sus nombres y sí los de Schulz y Bruni, miembros de la formación anterior, como si quisiera poner el foco en las canciones y rendir así homenaje a aquellos que tanto ayudaron durante el proceso de composición y que finalmente no participaron en el registro.

Lasswell y su producción obviaron en parte el minimalismo del que la música de PIL había hecho siempre gala, pero este tuvo su cuota de protagonismo en el arte gráfico. Pocos son los elementos de la portada: dos colores (blanco y azul en diferentes tonos), un pequeño logo del grupo en la parte inferior derecha y el nombre del disco a gran tamaño en el centro (variaba dependiendo del formato. Por ejemplo en la versión en CD rezaba Compact Disc, en la versión en Cassette, Cassette, etc). Un arte deliberadamente genérico influido directamente por Generic Flipper de Flipper, que a su vez estaba inspirado en una línea de productos de supermercado.

Album es de alguna manera el nexo de unión entre dos mundos muy diferentes; el que bebe directamente de los húmedos suburbios ingleses que Lydon personifica, y el de aquellos músicos ligados a la música negra estadounidense (jazz, funk, blues) representados por Lasswell y su plantilla de ilustres. Ante el riesgo de convertirse en una aberración ochentera, se yergue como un LP que consiguió unir comercialidad (‘Rise’ es un hit imperecedero) y cierto grado de experimentación para convertirse en un disco más que digno que, sin llegar a sus fantásticos tres primeros trabajos, sí es sensiblemente superior a lo que PIL publicarían los años posteriores. Tiempo después, al ser preguntado por Album, Lasswell se mostraba tajante y orgulloso. “Cuando las cosas se aclararon, habíamos hecho una especie de clásico, un disco poco habitual para la época” , aseguraba. Y Lasswell sabe más que nosotros.

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